Lo común al pensamiento judeo-cristiano y al budista zen es la conciencia de que debo renunciar
a mi “voluntad” (en el sentido de mi deseo de forzar, dirigir, estrangular al mundo fuera de mí y
dentro de mí) para estar completamente abierto, capaz de responder, despierto, vivo. En la terminología
zen esto se llama con frecuencia “vaciarse a uno mismo”, lo que no tiene un sentido negativo,
sino que significa la apertura para recibir.

No hay comentarios:
Publicar un comentario